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LA CRÓNICA FRANCESA (The French Dispatch)


Cuando el periodismo se vuelve “cursi”


Director: Wes Anderson



Sinopsis: Una carta de amor al mundo del periodismo, ambientada en la redacción de un periódico estadounidense en una ciudad francesa ficticia del siglo XX, con tres historias interconectadas entre sí.



Wes Anderson vuelve a lo grande, al menos en lo que a sus famosos diseños de producción se refiere. Y es que La Crónica Francesa es todo un ejercicio de estilo que, aunque fascina por momentos, acaba aburriendo al espectador con historias pretenciosas y poco interesantes.


La película se divide en los 4 relatos publicados por el diario local de un pueblo de Francia. Desde un asesino loco que ejerce de pintor hasta el secuestro del hijo de un comisario; Aparentemente, ninguno de ellos tiene relación, aunque Anderson se esfuerza en hacernos creer que el espíritu aventurero de los periodistas y su búsqueda de la verdad es aquello que los une.



De hecho, si el espectador entra en el coloreado y loco mundo de Anderson, sentirá que homenajea al oficio y las comedias francesas de Jacques Tati. Porque una cosa está clara, los fans del director y su estética la disfrutarán mucho. Sin embargo, cuando la forma es más importante que el contenido, ningún personaje será capaz de entretener al espectador en una comedia que, consigue de todo, menos hacer reír.



Conceptos del periodismo como la investigación, la tensión o la escritura no están presentes en las libretas de color de estos personajes. Y es que la narrativa, el guión o la historia son mucho más importantes que cualquier decorado o plano del que, según dicen algunos, es el “heredero” de Ersnt Lubitsch. Tal vez Boyero no estuviera tan equivocado después de todo…



Bill Murray, como siempre, roba escenas a aquel que se le ponga por delante, pero en un reparto tan bueno (y tan coral) como este, su figura se difumina rápidamente. Porque aquí la estrella es Benicio del Toro y su apasionado pintor vanguardista. De hecho, su historia es la más divertida e interesante a nivel periodístico. Una pena que también sea de las más cortas.


No me malinterpreten, Anderson es un gran director y su puesta en escena es muy potente. El Gran Hotel Budapest o Los Tenenbaums, por ejemplo, me parecen buenas películas. Aún así, da la sensación de que, en esta ocasión, el personaje se ha comido al director y este se ha olvidado de lo que hacía grandes a sus filmes: la emoción. Tal vez, como dirían los ingleses: This Is Not My Cup Of Tea (Esta no es mi taza de té).


Pol Martín de Haro (@polmartinh)






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